Seguridad en el agua
Piscinas, playas, lagos, ríos…
Gabriela Fernández Álvaro
Enfermera
Durante las vacaciones solemos relajarnos con las normas, costumbres y rutinas, aquello que en el día a día nos hace vivir en unos márgenes predecibles y seguros. En los primeros seis meses del año 2022, en España, y contando sólo los accidentes relacionados con el agua, se han registrado un total de 140 personas fallecidas por ahogamientos (55 en el mar, 19 en piscinas y 24 en ríos). Sólo durante el mes de junio se han producido 57 ahogamientos no intencionales, cifra muy elevada que coloca al segundo junio con más fallecidos por esta causa en los últimos ocho años y con tendencia al alza (cifras según la INA).
La vigilancia y el cumplimiento de las normas de las instalaciones acuáticas y espacios donde el agua es la protagonista, son algunas recomendaciones claves para poder garantizar la seguridad de todos.
Con los más pequeños de la casa, es innegociable: siempre vigilados por un adulto y a una distancia máxima que permita poder alcanzar al pequeño rápidamente ante una situación de peligro. Para los más bebés, en medio acuático, no me pesa incidir: “siempre hay una mano que reposa en el bebé” es decir, siempre en contacto, “no debemos dejarles solos nunca, ni en la bañera ni en ningún medio acuático”.
La mejor prevención es enseñar mecanismos de flotación desde bien pequeños, considerando una opción interesante las clases impartidas por profesionales favoreciendo además su conectividad social y “ocio”, pues aprender a nadar es divertido. El contacto seguro con el agua tiene muchos beneficios para el desarrollo. Para ayudarles con la flotación y elegir el dispositivo adecuado, preferiblemente evitar aquellos que son inflables y puedan pincharse. La mejor elección, el corcho: manguitos, cinturón o chaleco que, bajo mi experiencia (tengo tres hijos pequeños), es la joya de la corona ya que siempre que vaya adaptado al peso del bebé, le permite flotar sin limitar los movimientos de los brazos para aprender a nadar.
Si elegimos la opción de pasar la jornada en instalaciones vigiladas debemos repasar siempre las normas establecidas. Con los más pequeños resulta muy útil repasarla y explicarles qué podemos hacer y qué no podemos hacer, así como a quién y dónde deben acudir en el caso de que necesiten ayuda o tengan dudas. Enseñar además de seguridad, el respeto por las normas se convertirá en una ventaja para sus próximos desafíos. Los socorristas son los encargados de supervisar que las normas se cumplan para garantizar la seguridad de todos los usuarios. En el caso de las piscinas públicas se incluyen reglas generales como no correr por el vaso de la piscina, no hacer ahogadillas, mirar siempre antes de tirarnos al agua por si hay alguien debajo y el uso de dispositivos hinchables suele estar limitado a los necesarios para la flotación. Si nuestra elección es la playa, debemos conocer el color de la bandera y lo que significa para orientar nuestros baños, las zonas de peligro de corrientes, nadar siempre en paralelo a la playa y evitar jugar en zonas rocosas. Cumplir con las normas establecidas nos garantiza, en parte, una jornada segura sin sobresaltos.
Consejo útil: “Cuando voy a instalaciones públicas con mis tres hijos (el pequeño tiene tres años), intento ponerles trajes de baño iguales y de colores muy llamativos para poder identificarles más fácilmente entre tanta gente. Intento colocar la sombrilla cerca de la orilla y siempre con ellos para que sepan dónde está la zona de referencia. Además les pongo pulseras identificativas resistentes al agua con mi número de teléfono por si se pierden”.
Atención a la sensación de seguridad y libertad de los espacios acuáticos de uso privado como piscinas familiares. Debemos tener especial cuidado y extremar la vigilancia de los más pequeños, porque aunque estén en su casa es aquí donde más accidentes se producen y casi siempre por un defecto en la prevención. Es muy fácil relajarnos y descuidar la vigilancia de los más pequeños. Se recomienda vallar la piscina con puerta de seguridad y garantizar que se bañen siempre en compañía de un adulto.
Tampoco debemos olvidar las recomendaciones sanitarias como evitar exponernos al sol de manera continua y durante las horas en que los rayos UV son más intensos (entre las 12h y las 16h), protegernos del sol aplicando protector solar frecuentemente, usar gorros, sombreros o cualquier accesorio que proteja la cabeza y siempre que se pueda estar a la sombra. Puedes leer más sobre cómo protegerse del sol aquí.
Evitar comidas copiosas que inducen al sueño así como bebidas con gas, azúcar o alcohol. No olvidar que la playa y la piscina “dan hambre”, llevar snacks como fruta partida y asegurar una adecuada hidratación con agua. Otro consejo práctico: “hacer del momento del aperitivo o merienda un momento de descanso y reagrupar a la tropa, aprovechando este momento para reaplicar protector solar”.
Para terminar, animaría a todos a recibir curso de primeros auxilios. En ellos enseñamos a actuar en situaciones de emergencia y a ayudar a salvar vidas. Cuando imparto estos cursos a padres, madres, cuidadores y familiares, siempre comienzo de la misma manera: agradezco la asistencia porque nunca sabemos cuándo vamos a tener que actuar, y podemos ser muy útiles para la sociedad y siempre recuerdo que antes de actuar, ante cualquier situación de peligro, lo primero de todo será: PEDIR AYUDA.