Alergia estacional
Artículo escrito por el Dr. Francisco Recio (Neumólogo Pediátrico)
Con la llegada de la primavera y el buen tiempo llega uno de los más temidos enemigos para los pacientes alérgicos: el polen. Si bien existe polinización en casi todas las estaciones del año, los dos pólenes que causan el mayor número de casos de rinoconjuntivitis alérgica severa son los pólenes de gramíneas y olivo. Sus niveles de concentración en el aire no suelen ser excesivamente altos en comparación con otros pólenes, pero la irritación de mucosas y la gravedad de sus síntomas los convierten en un alérgeno que genera un empeoramiento considerable en la calidad de vida de muchos madrileños durante la época de polinización.
Debemos conocer que la rinitis alérgica es la enfermedad crónica alérgica más frecuente en niños mayores y adolescentes. La alergia ambiental se debe a una reacción de hipersensibilidad a un alérgeno mediado por un mecanismo de inmunoglobulinas tipo E. Es necesario haber tenido al menos un año de exposición a un polen ambiental para después, en años sucesivos, presentar síntomas de alergia al polen. Por esta razón es muy rara la alergia en niños menores de 2 años.
Los niños más predispuestos a padecer alergia al polen son los que tienen antecedentes personales de dermatitis atópica y/o alergias a alimentos, secuencia de enfermedades que se conoce como “la marcha atópica”. A su vez si alguno de los padres ha padecido alguna alergia también se aumenta el riesgo de padecer cualquier tipo de alergia ambiental.
Una cuestión interesante que no debemos olvidar es la mala calidad de vida que puede generar el padecer una rinitis alérgica a pólenes. Aquel que la haya sufrido sabe que los síntomas son muy molestos y que alteran tanto la vida diurna como el descanso nocturno. Esto puede empeorar no sólo la calidad de vida de los niños sino también producir un empeoramiento de su rendimiento académico, dificultades para concentrarse en clase y disminuir su rendimiento deportivo o sus ganas de querer jugar. Si además son niños asmáticos el riesgo de padecer una crisis de broncoespasmo se duplica, por lo que deberían limitar su exposición a ambientes exteriores para no presentar cuadros de dificultad respiratoria que no siempre responderán bien a los inhaladores.
En Madrid existen cuatro pólenes mayoritarios que producen alergia en la mayor parte de la población: cupresaceas (arizónicas), plátano de sombra, gramíneas y olivo. La temporada de polinización sigue este orden: en invierno empiezan las arizónicas, seguidas a finales de marzo por el platanero y finalmente desde mediados de abril hasta junio (y a veces julio) polinizan las “temidas” gramíneas y el olivo. Conocer el momento de polinización de una planta a la que somos alérgicos es fundamental para saber si hay que protegerse más en el exterior o si no podemos olvidarnos en casa los fármacos antihistamínicos.
Para diagnosticar una alergia al polen existen múltiples pruebas de laboratorio pero es imprescindible enfatizar la importancia de llevar a cabo una buena historia clínica hecha por un profesional médico especializado. Sólo así las pruebas cutáneas o sanguíneas posteriores tendrán una traducción clínica adecuada y no se sobrediagnosticarán alergias que no lo son. Como dato interesante que debería ser de conocimiento general, los resultados positivos de una prueba cutánea o de los alérgenos moleculares en sangre sólo indica hipersensibilidad a un alérgeno, no indican alergia. Es por tanto, una adecuada correlación de clínica compatible con pruebas complementarias positivas lo que diagnostica de verdad una alergia.
En la evaluación médica también se contempla que, aunque nos encontremos en plena época de alergias primaverales, no todos los estornudos, picores de ojos o moqueo son alergias. A veces otros cuadros comunes como los catarros virales simulan síntomas similares a cuadros alérgicos o incluso, pueden coexistir con ellos por lo que es importante el diagnóstico adecuado para prescribir los tratamientos que sean necesarios.
El tratamiento principal es la evitación del polen. Sí, suena raro decir que la medida principal para el tratamiento de una alergia ambiental sea la evitación, pero tras leer estas palabras creo que cobra algo de sentido. Ningún paciente alérgico alimentario se expondría al riesgo de ingerir el alimento que le da alergia y sufrir así una reacción alérgica. Lo mismo ocurre con los niños alérgicos a polen: se deben extremar las precauciones al exponerse a ambientes con pólenes. No es cuestión de que permanezcan completamente aislados en su domicilio pero sí que deberían minimizar las salidas al exterior evitables y los paseos o el juego en áreas y momentos con alto nivel de polen. Si además se usa una mascarilla facial y/o gafas, evitarán la entrada del polen en las mucosas, que es el lugar donde la alergia se expresa clínicamente.
Una vez explicada la prevención primaria del polen, cuando ya se sufren los síntomas de disconfort nasal, con estornudos y picor de ojos, se deben usar fármacos como los antihistamínicos (orales, oculares) y los corticoides (nasales) para aliviar los síntomas y reducir la inflamación de las vías respiratorias, que es el responsable de que muchas rinoconjuntivitis no mejoren si se tratan con una medicación escasa o incorrecta.
En resumen, los pólenes han llegado para quedarse una temporada entre nosotros. Es importante reconocer los síntomas de alergia, conocer la época de polinización para sospechar qué polen es el causante de los síntomas, evitar exposiciones perjudiciales y tratar con los fármacos adecuados para mantener los síntomas bajo control.
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